Me emocioné cuando fotografié esta boda y me emociono al ver las fotos. Solo que hay que ver las imágenes de la llegada de Elena al altar. Para mí, ser fotógrafo de bodas es crear una historia con muchas imágenes emotivas. Cualquier invitado puede hacer veinte o treinta fotos aceptables del enlace, incluso hay profesionales que entregan solo el álbum. Yo sé que las parejas quieren muchas fotos para ver cada emoción y sentimiento en las fotos de su boda. Por eso trabajo así.
Huyamos de posados de novias vistiéndose o teatrillos absurdos que hagan sentir ridículo a los novios. Las parejas quieren naturalidad y realidad, su boda, sentirse ellos mismos. Hacer a la pareja posar y fingir, les pone nerviosos y solo sirve para crear un recuerdo ficticio y vacío, por eso es innecesario. Ese es un error en el que ya caí cuando empecé en esto. Por lo que cambié en cuanto me di cuenta que estaba haciendo lo que todos los demás.
Quiero contar historias reales, de personas que valoran de verdad un trabajo hecho con el corazón y quieren fotos que les emocionen. Sin ellos mis fotos no tendrían sentimiento. Sé que ellos las disfrutarán de verdad. Por que van a emocionarme en su boda con la principal materia prima de mi fotografía; su amor. No me hace falta más.
Aquí solo verás unas 150 de las 1.500 que les entregué. Con ese número es lo suficiente para que te hagas una idea de lo que allí pasó y te montes en su montaña rusa de sentimientos. Ellos las vieron desde las maldivas, en su viaje, a la semana siguiente.
Después de tanta ilusión, decisiones, nervios, llamadas… todo se acaba y solo quedan las fotos de ese día para recordarlo, por eso lo doy todo y por eso disfruto siendo fotógrafo de bodas. Gracias por elegirme con el corazón y creer en mí.
Espero que os emocionen como a mí, que las disfrutéis. Un abrazo de corazón.
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